diumenge, 25 d’abril del 2010

No hablamos de jeringuillas


No hablamos de jeringuillas
 x a la Carme Vila, (amiga en altres dimensions)


Miré hacia atrás, quería volver a verla y ya no estaba.
¡Se evaporó! Así tal cual.
Solamente había dado tres pasos, uno, dos, tres, me di la vuelta y ya no estaba.
Me paré y reflexioné. No era posible, no había tiempo material para que hubiera llegado a la otra esquina.
¿Lo habría soñado? ¿Había soñado que estuve comiendo con C.? Miré el reloj; las 16:45 h. estuvimos en el restaurante tres horas, ¿o sólo estuve yo en el restaurante? No, no, imposible que una comida dure tres horas si uno come solo.

Marcaje, placaje, contra placaje…, eso fue hace años, como diría A., en la prehistoria. No televisores, no lavadoras, no ascensores, aunque si tiendas familiares, todavía hoy estuvimos recordando la manera, no una manera, si no la manera de envolver las compras, los regalos. ¡Ah, la prehistoria! Tiendas dónde las botellas de colonia se rellenaban con mezclas al gusto de cada cliente, a veces con unos embudos, otras a pulso y si había suerte con un artilugio parecido a lo que hoy conocemos como jeringuillas.

No hablamos de jeringuillas. Pero si del marcaje. No averiguamos muy bien que era lo que nos tatuaban, ni donde, pero está ahí, y se manifiesta cada vez que actuamos en un acto reflejo. -A F. no quiero saludarle, y cuando me cruzo con F. saludo-
F. era dueña de una tienda, y cuándo ibas a comprar parecía que te estaba haciendo un favor. Prepotencia, arrogancia, altivez, eso fue lo único que no vendía F. y por eso sigue teniéndolo intacto, de lo demás está vacía. Sin embargo no quiero saludarla y la saludo. Lo que nos hacían no era sólo marcaje, era placaje.

Subieron las hipotecas, ya no se puede comprar. Círculos, solo son círculos. C. cuenta que de la charla no entendió nada. Estaba contenta con su hipoteca, ¿para que hablar de números, cuándo se puede hablar de emociones? No hablamos de jeringuillas. Tampoco hablamos de chacras. Despidos y también despidos voluntarios en contra placaje. Quizá C. consiga no saludar a F… El camino a recorrer es difícil como la misma necesidad, unas veces satisfecha y otras no, de aceptarse a uno mismo.

Reímos, comimos, volvimos a reír, hablamos y hablamos, pero sobre todo nos reímos. Sin embargo, se fue y no vi cómo.
¿Quizá C. es sólo un espíritu?